Sólo morimos una vez.
Algún día abrazaré la muerte que me acompañará a abandonar mi cuerpo… la muerte forma parte de la vida y eso a veces se olvida… al final la vida no es lo que atesoramos… es lo que somos… los momentos que vivimos… el amor que damos…
Mi reflexión se la dedico a todas esas personas que van faltas de amor o más bien van faltas de saber dar amor, manipulan emocionalmente desde su pequeño prisma con comentarios desafortunados.
– Ya me echarás de menos cuando me muera
– Ya te darás cuenta cuando me muera.
– Ya verás cuando no esté lo que llorarás.
Cuando alguien se muere, el dolor de la pérdida al principio recae sobre la persona y sobre el tipo de lazo que tenías con ella. Después, con el paso del tiempo, el sufrimiento se convierte en dolor, que evoca a recuerdos donde el amor es el sentimiento sin duda principal. Recuerdas a esa persona por sus acciones, como te trataba, como te hablaba, como se preocupaba… recuerdos de amor que te envuelven y te hacen sentir seguro. Esos recuerdos se hacen latentes en el corazón y cuando no está presente en esta vida, la persona… cualquier olor, canción, color te evoca de nuevo aquel amor.
Por el contrario, cuando alguien muere y el amor no ha existido, ese vínculo se pierde porque el amor es algo esencial en las personas, sin un abrazo, un beso, una palabra de consuelo, risa, lágrimas de acompañamiento…
¿Qué te queda?… nada…
En este mundo estamos para ser felices y dar felicidad… la felicidad también se entrena para que en momentos de oscuridad puedas valorar esa sonrisa, abrazo, palabra de alguien que te está dando su amor.
Cuando pienses, a que has venido a este mundo?… Has venido a dar amor… porque eres amor y cuando te mueras te recordaran por ese gran corazón que tienes. Recuerda, no esperes a morirte porque cuando lo hagas nunca sabrás si te echan de menos, pero, en cambio en esta vida sentirás la soledad del que se aleja, porque donde no hay amor… no hay nada…